SOCIEDAD


Quien se atrevería a juzgar a una joven que tiene que prostituirse en una autopista de la ciudad, que por su penoso servicio solo gana unos cuantos bolívares para el sustento de ella misma y de sus hermanos, o a un chofer de tráfico que te cobra más de lo establecido en el tabulador de la línea, para reunir el presupuesto del mes, o a un joven que tiene que vender su dignidad, bien sea en forma de lisonjerías o también prostituyendose el alma para conseguir un empleo. ¿Apuesto que hay más de uno que los juzgaría? Apuesto que hay miles que levantarían su vos y hasta su dedo índice para juzgar a los extraviados de esta vida. Pero déjenme informarles que ustedes mismos que hoy juzgaron mañana serán victimas de las vicisitudes de la vida diaria, bien sea prostituyendose o vendiendo su conciencia, su dignidad, por tan solo un puesto de trabajo, ya que es tan difícil encontrar es este sistema subdesarrollado y decadente en que vivimos, con esto no quiero hacer una apología del mal, solo quiero manifestar lo difícil que esta la situación para las pobres generaciones que aun se levantan. Cuando en vez de juzgar al necesitado, deberíamos de juzgarnos nosotros mismos y en especial a este sistema de subsistencia que hemos aceptado con plena tolerancia hacia los representantes del puesto de gobierno que según nosotros y nuestra cobardía hemos ratificado. Albert E. Geovo L.

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