Influencia de la globalizacion en la religion
RELIGION
Debe quedar claro que la religión católica es la preceptora del sinfín de religiones del Mundo Occidental, esta a su vez es hija del cristianismo primitivo, que predican los Gnósticos de ayer y de hoy como la autentica religión universal. Pasaran las civilizaciones, las épocas, las modas, los siglos, mas la religión universal sobrevivirá al fin de éste sistema que se vive por esta época, porque la religión universal esta fraguada en una serie de axiomas ontológicos que trascienden la razón humana, perteneciendo a dimensiones espirituales su constitución, organización y conocimiento que están inmerso dentro de ella.
En lenguaje espiritual se debe decir que la religión esta constituida por jerarquías espirituales y si en el mundo físico se aprecian en la iglesia católica apostólica romana y en sus múltiples desprendimientos ya mencionados líneas arriba. Lo mismo sucede en la religión universal que no pertenece a estas dimensiones físicas, sino a dimensiones superiores de consciencia, a los que sólo los despiertos en el espíritud pueden acceder.
Los pastores de las iglesias protestantes se creen los verdaderos cristianos, lo mismo sucede con los practicantes de las iglesias protestantes de la época, pero han de saber estos que son un desprendimiento de la Iglesia Católica Romana, crean o no. Se deben, por el motivo que la iglesia católica es la que más fielmente guarda los principios de la cristiandad, a pesar de su decadencia a través de los siglos, producto del egoísmo de los Papas y su sequitos, en entregar el conocimiento autentico que conduce al Hombre al Despertar de la Consciencia Espiritual, tal como lo predica el Gnosticismo Universal. La Religión única que aquí en el mundo físico y allá en el mundo espiritual es una sola, la religión del Cristo.
Es precisamente ésta gama de religiones contemporáneas donde se presentan las múltiples jerarquías de la iglesia en el mundo físico, que de menor a mayor preceden a las jerarquías celestes del mundo espiritual.
Lamentablemente han habido muchas desviaciones que se salen del tronco común de la religión universal, cayendo en el ignorante satanismo y maniqueísmo propio de la perversidad del ego de las personas, desviando a la humanidad de tener la oportunidad de encontrar al Cristo dentro de las profundidades del alma y poder acceder a la dimensiones superiores del cosmos donde se profesa la religión universal en auténticos templos de jerarquías celestes.
SANTA CENA
Se ha dicho a letra muerta desde pasados siglos que la santa cena es el pan y el vino de la eucaristía. Mas saben los sabios del hermetismo, que la santa cena es el rito síntesis y sagrado de la Religión de todos los tiempos, la religión del Cristo. Cuando observamos la fantástica obra maestra de Leonardo D´Vinci, se aprecia todo un sincretismo de símbolos e espiritualidad que nos trasladan a un mundo de misterios y alta liturgia, de inconfundible teúrgia sagrada.
Nada en esa Obra Magistral es capricho y exclusivamente la podía concebir un iniciado con tanta exactitud, cada gesto, movimiento, actor, nos revelan algo a la consciencia, no muestran una clave.
En el centro de la obra el Rabí de Galilea, junto a su más fiel apóstol y compañera, la archí conocida y vilipendiada por los ignorantes la magdalena, para castrar al Gran Maestro Jesús. Ella se mantuvo tras el velo del drama por siglos, hasta que la humanidad atuviese preparada como hoy para conocer el misterio del Santo Grial. La mujer, El Amor. Tal como lo habían predestinado las profecías que se iba a develar, la Heroína perfecta que redimió el Cristo a través del Amor.
El Cristo con su mano izquierda recibiendo el vino y con su diestra entregando el pan del más guardado secreto del cristianismo hacia la humanidad, el conocimiento que lleva al hombre a cristificarse.
El rojo hace gala en las túnicas de los presentes, el azul, verde, amarillo, los colores primos del espectro del arcoíris, de la alquimia, manifestados en todas las artes, llenas de puro esplendor, la seriedad de la escena, junto a las túnicas dan un aire de excelso ceremonial, y en el fondo ver el arco del triunfo, que se impone por encima de la cabeza del Maestro como muestra y símbolo de la victoria, entre éste la vía seca que conduce a la liberación final que es El Cristo.
A un lado por la ventana derecha la vía húmeda llena de dicha y felicidad que conduce al Castillo del Ser.
Ambos caminos son de orden sagrado, pero sólo uno conduce al Padre que está en los cielos. El camino del sacrificio, el camino del Cristo. En ese salón de excelsa justicia cósmica, donde se desarrolla el magno evento de la santa cena, con sublime quietud nos arroba la consciencia, llamando al espectador a que entre a ver y escuchar lo que de labios a oídos el Divino Rabí expresa a sus discípulos.
Todos nos indica algo en esa obra, nada es casual, los pies desnudo, que indican el largo camino, que limpio y puro a conquistado el adepto, todo allí es un símbolo una clave, una enseñanza hermética, un oráculo entrañable y misterioso que nos revela el mas sencillo misterio, guardado por siglos, que es el Amor, el mandamiento mayor para lograr el adeptado, la maestría que envuelve al Cristo, conocida en el gnosticismo como la autorrealización intima del Ser.
Se debe decir que la Santa Cena es un pentagrama esotérico perfecto, reúne todos los aspectos del Santo Nombre de Jehová, el aspecto masculino y femenino en sí mismo.
Todo el Drama Cristico esta sintetizado en esa magna obra, el mantel blanco de forma impecable, puesto en la mesa, con un brusco desliz del vino puro vertido en la superficie, indicándonos a judas, demonio de la traición al Cristo que llevamos dentro. El nerviosismo interpretado por este actor, llamado judas, en el Drama Cristico, con el pago de las 30 monedas de plata que lleva en su mano diestra, en el ala derecha del Mesías intenta persuadir a la Reina de la Obra, mas esta silente la consuela el Amor, la comprensión de que todo lo que debía suceder ya está escrito. Un cuchillo que pareciera el único de la mesa en posición de espada amenazante y alerta a la conciencia, en la escena, sin saber de dónde viene, quien lo porta, aparece enfrente de los que pretendan conspirar contra el Cristo.
Todo un genio del Arte Regio es el artista, al pintar esta obra que toma vida y habla por sí sola a la consciencia de los que la ven. Dentro en la habitación hay una Atmosfera mística, que lo envuelve todo, revelándonos que la estancia de aquella inmortal escena de la última cena se desarrolla en otra dimensión superior al mundo denso del que la especta. Miradas de asombro ante la inminente presencia del Héroe triunfante, ante todas las pruebas que debía pasar, preguntándose aun es ÉL CRISTO.
El cordero en la mesa, símbolo de redención, de sacrificio en todos los tiempos y el vino de Canaán, esa agua que fue trasmutada en vino por el mismo Kabir, simboliza la trasmutación de la santa eucaristía, la única acción capaz de redimir al Hombre. La ley del tres y la ley del siete hacen presencia en todo el desarrollo de la composición de la obra, es toda una fiesta aquel evento, como regalo por la larga lucha hacia los defectos psicológicos que tuvo que batallar el Cristo redentor contra los espectadores o moradores del mundo.
Aun no comienza a comer, porque esperan a que lleguen más invitados, quizás un espectador, un curioso, o mejor un peregrino con hambre y sed del conocimiento que conduce la libración total, o incluso muy probablemente otro adepto de la Orden de Salem de Melquisedec.
¿Pero qué es todo aquello? Es una invitación a vivir la senda que el mismo Cristo mostro a los humanos en cada uno de sus actos, es tomar la firme decisión de ser parte del adeptado de la orden del Cristo y poder vivir y morir en ÉL, todos los frutos de tan sacrificado sendero.
Obra perfecta ésta, sus ángulos matemáticamente expuestos, indudablemente el Artista tuvo que haber estado allí, indisoluto, para poder recrear, descubrir el velo del misterio de la santa cena, del rito eucarístico. La reunión de los muertos en la carne y vivos en el Espíritud, maestros Resurrectos, definitivamente los doce apóstoles y el Cristo forma el número cabalístico trece que nos indican la muerte de los defectos psicológicos de todos aquellos que decidan caminar el sendero del Cristo.
ALBERT