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El Cristo

Se dice en la Biblia, libro sagrado para los cristianos, por antonomasia, que el Cristo volvería, y ciertamente ha vuelto a encarnarse el verbo a lo largo de los siglos en varios mensajeros que ha tenido la humanidad, lo hizo en Mahoma por allá en el siglo VII de nuestra era y lo ha hecho en sucesivas encarnaciones que han venido a la tierra para dar el mensaje de las Divinidades a los Hombres.
Mas la historia, se repite, encarnación tras encarnación, no exactamente como lo revelan los evangelios cristianos ya que el ser de tan elevado Espíritud Cristificado y Perfecto tiene el Don de Dios de amoldarse al tiempo y al espacio que requiera para entregar el mensaje.
El Cristo no es un nombre, es un espíritud universal que ha venido a la tierra en diferentes oportunidades desde tiempos arcaicos que se pierden en la noche profunda de los siglos hasta el final de nuestros días, al que estamos todos llamados a seguir y a alcanzar.
Las religiones contemporáneas han hecho de esa representación espiritual un elemento antropomórfico que para lo único que ha servido es para crear divisiones, guerras, pugnas, y desasosiego entre la humanidad.
Es un error propio de éste tiempo hablar del Cristo evocando una época en específico, como si perteneciese a un momento, lugar de la truncada historia que conservamos, mientras se sabe, a la luz de la verdad que el Cristo no es de ningún tiempo, ni de ningún lugar, sino que trasciende el espacio infinito cognoscible e incognoscible para el hombre.
En nombre de la verdad el Cristo es una energía poderosísima y eterna que desde antes del principio de la creación del universo existe, sin ÉL nada de lo creado e increado hubiese podido manifestarse en el espacio abstracto absoluto y los que lo han visto han sido marcados por un sello sublime y eterno en el alma que los fundirá irremediablemente en ÉL.
Llegara el momento, la hora precisa, en que salgan los mensajeros por los cuatro puntos cardinales de la tierra a dirigir el éxodo a una nueva tierra y a nuevos cielos que se están preparando.
Es de saber que el mesías no encajara en los rancios patrones de la sociedad sino que se presenta ante la misma como un prodigio ante los pocos seres que logran reconocerle.
El Cristo se renueva así mismo como el fénix de la filosofía demoliendo todos los tabúes y mitos de las gentes en cuanto al carácter espiritual de éste Ser.
La humanidad siempre esta recelosa del que viene con el Mensaje Divino, por la razón de que el mensaje no encaja en los carriles de sus intereses y mucho menos en el de los poderosos materialistas de la sociedad, sino que los terminan desenmascarando con tan sola la presencia de la energía del Cristo frente a sus sentidos.
Albert

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